Pólipos nasales, respiración en problemas

polipos nasales
Son “bolsitas” que se forman en las fosas nasales, casi siempre como consecuencia de enfermedades respiratorias, alergia, contaminación o humo de tabaco, y cuando no reciben tratamiento pueden causar infecciones frecuentes, pérdida del olfato y dificultad para tomar aire.
Dice el refrán que "nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde", y tal vez no exista frase más adecuada para describir la molesta sensación de no poder respirar con normalidad debido a obstrucción parcial en la nariz.
Todos hemos experimentado alguna vez tan incómoda condición al sufrir un resfriado, pero hay personas para las que este problema es cosa de todos los días y representa un factor que disminuye paulatinamente su calidad de vida.

Hablamos de quienes padecen pólipos nasales, pequeñas protuberancias o "bolsitas" de tejido semitransparente que se forman cuando la mucosa (tejido húmedo que cubre el interior de la nariz) se inflama e irrita, y que además de dificultar el flujo de aire generan deterioro del olfato, estornudos, molestias por acumulación de mucosidad y sensación de tener la cara inflamada, sin dejar de mencionar que propician infecciones bacterianas o virales muy frecuentes.

Este problema es ligeramente más común en adultos que en niños o jóvenes, y se presenta por igual durante todo el año, sólo que en época de calor aumenta su frecuencia debido a la presencia de alergias, mientras que durante el otoño e invierno se relaciona más bien con gripe, resfriado y contaminación ambiental, principalmente.

Vivir sin aire

Los pólipos suelen crecer en áreas donde la mucosa se irrita y acumula líquido, lo cual ocurre casi siempre en las zonas que rodean a las aperturas de los senos paranasales (cavidades huecas que sirven para aligerar el peso del cráneo), las cuales se localizan en la parte alta del interior de cada fosa de la nariz. Mientras se van desarrollando, estas protuberancias tienen la apariencia de una lágrima, y cuando crecen demasiado se parecen a una uva sin cascarilla.

A pesar de que en algunos casos se desconoce la causa que origina los pólipos, se sabe que hay varios factores que pueden contribuir a su desarrollo, siendo el principal la inflamación recurrente de la mucosa por alergias como rinitis (padecimiento también llamado "fiebre del heno", que se manifiesta con estornudos frecuentes, flujo nasal y lagrimeo al contacto con polvo, polen o pelo de animales) y asma (enfermedad que se manifiesta con fuertes ataques de tos y ahogo), además de la congestión de los senos paranasales (sinusitis) como complicación de infecciones comunes, como resfriado.

Otros desencadenantes importantes de este problema son las alteraciones anatómicas en vías respiratorias (sean de nacimiento o por sufrir accidentes), contaminación ambiental, fumar o padecer fibrosis quística ( enfermedad hereditaria que afecta a las glándulas y que se caracteriza por la formación de moco espeso en bronquios y pulmones, lo que predispone a la persona a sufrir infecciones respiratorias frecuentes).

La primera manifestación de pólipos suele ser la sensación de que las fosas se encuentran parcialmente obstruidas o con mucosidad que es imposible eliminar cuando se limpia la nariz, y conforme la enfermedad progresa aparecen síntomas como notable dificultad para respirar (el paciente se ven obligado a tomar aire por la boca), estornudos y cosquilleo frecuentes, dolor de cabeza, malestar general, boca seca, sensación de tensión en la cara, hiposmia (pérdida de olfato) y rinolalia (la voz suena como si el individuo tuviese congestión nasal), además de mayor susceptibilidad a sufrir catarros e infecciones bacterianas.

Cabe mencionar que la persona con este padecimiento tiene cierta dificultad para practicar ejercicio y esfuerzo físico debido a que no puede tomar oxígeno con normalidad, y constantemente se encuentra irritable por la molesta sensación que experimenta. También hay que destacar el daño secundario que se deriva de respirar por la boca, ya que el aire no es filtrado e ingresa a una temperatura más baja que cuando lo hace por la nariz, generando irritación en pulmones y garganta.

Respire tranquilo

El diagnóstico de pólipos es efectuado por un otorrinolaringólogo, quien además de entrevistar al paciente y tomar nota sobre los síntomas que sufre, realizará dos sencillas pruebas que consisten en observar a través de las fosas nasales (rinoscopia anterior) y en utilizar un tubo de fibra óptica (endoscopia) para determinar el tamaño y estado de las protuberancias, que por lo general son bilaterales, es decir, aparecen simultáneamente en ambos conductos de la nariz.

Otras pruebas que ayudan en estos casos son:

Radiografía. Permite determinar cuál es el grado de congestión de los senos y fosas nasales.

Exudado nasal. Examen en el que se toma pequeña muestra del tejido de la mucosa para detectar eosinofilia , que es el aumento en el número de cierto tipo de células de defensa ( eosinófilos) y que revela cuando el paciente padece alguna alergia.

Cultivo de secreciones. Prueba de laboratorio que se aconseja si hay infecciones bacterianas al momento del diagnóstico, ya que ayuda a identificar tanto al germen que se aloja en vías respiratorias como al antibiótico más adecuado para el tratamiento.

Estudio alergológico. De gran utilidad para conocer cuál es el alergeno o sustancia que desencadena reacciones adversas en el individuo. Muy recomendable en personas que sufren procesos alérgicos, como rinitis.

Biopsia. Se aconseja en caso de que la endoscopia muestre la presencia de varios pólipos en vez de uno solo por fosa nasal. Dicha prueba consiste en tomar pequeña muestra del tejido inflamado para analizarlo y descartar que se trate de una tumoración cancerosa.

El tratamiento médico tiene alto porcentaje de efectividad y consiste en el uso de un spray o gotas nasales que contengan corticoides, sustancias similares a la cortisona que pueden reducir la masa del pólipo y ayudan a recobrar el olfato. Además, se aconseja mantener la limpieza óptima de las fosas con ayuda de soluciones fisiológicas especiales o de agua marina, y en caso de rinitis es indispensable el uso de antihistamínicos (medicamentos que reducen las reacciones alérgicas).

Toda infección bacteriana deberá tratarse con antibióticos prescritos por el otorrinolaringólogo, siendo también importante que el paciente erradique el hábito de fumar y deje de frecuentar lugares demasiado contaminados. Beber dos litros (ocho vasos) de agua al día es una medida que ayuda de manera importante al buen funcionamiento del sistema respiratorio y a evitar congestiones.

Cuando estas medidas fracasan y se repiten los fenómenos de infección, se aconseja que el paciente se someta a una intervención quirúrgica para remover definitivamente las protuberancias (polipectomía endonasal). Los avances médicos han sido muy generosos al respecto, ya que además de que esta cirugía tiene riesgos mínimos y por lo general ofrece buenos resultados, en la actualidad es posible realizarla sin hacer corte alguno y con mínimas posibilidades de sangrado mediante el uso de endoscopio y rayo láser.

Luego de la operación es indispensable no sonarse la nariz (al menos durante las siguientes 72 horas después de la cirugía) y aplicar compresas calientes en la zona durante 15 ó 20 minutos, tantas veces como sea necesario. Asimismo, el paciente debe visitar al médico para vigilar el proceso de recuperación y establecer las pautas del tratamiento mediante corticoides, analgésicos y, de ser necesario, antibióticos. Por lo general, luego de 3 días es posible reanudar las actividades habituales.

Sin embargo, se debe subrayar que las terapias descritas no garantizan que las protuberancias sean erradicadas de manera definitiva, pues hay pacientes en quienes vuelven a formarse con el tiempo. Finalmente, se debe recordar que esto no se debe a posible ineficacia de la terapia, sino a que los pólipos nasales surgen como consecuencia de padecimientos alérgicos, infecciones u otras enfermedades recurrentes que exigen que el paciente visite periódicamente al médico para su adecuado control.

Mario Rivas