Por regla general, los masajes son excelentes. Proporcionan elasticidad a las articulaciones; mejoran la circulación sanguínea; sedan el sistema nervioso; ponen en movimiento el liquido retenido en los tejidos, combatiendo así los edemas y la celulitis; tonifican los tejidos y eliminan adiposidad, por lo que modelan no sólo el cuerpo sino también el rostro.
No hay que olvidar, sin embargo, que para notar estos efectos benéficos es indispensable aplicar una técnica precisa. Por capacidad, la mano de quien masajea descubre como un radar los puntos débiles. A esto se llega profesionalmente, desde luego, y es imposible hacerla sólo con experiencia si no se realizan los estudios pertinentes. No obstante, existen muchas posibilidades de aprender a realizarse un masaje a sí mismo en determinadas circunstancias.
¿Qué masajes puede darse uno mismo?
Esta pregunta surge muy a menudo. La respuesta es simple: cuando se sienten los pies cansados, las piernas pesadas, dolores musculares, y también en casos de doble mentón, flaccidez facial, glúteos salientes y problemas capilares. Lo importante es conocer la fuerza de la presión sobre los músculos, para no excederse.
- Fricción: Significa resbalar los dedos sobre la superficie de la piel sin ejercer presión. La piel soporta un equivalente de medio kilogramo de peso sobre su superficie con la repetición de este movimiento. Este masaje se usa para iniciar y finalizar toda sesión que, cuando es de automasaje, no ha de prolongarse por más de 15 minutos.
- Frotamiento: En automasaje es presionar suavemente con la yema de los dedos sobre la superficie de la piel previamente untada con alguna crema especial o espolvoreada con talco, de manera que los dedos puedan deslizarse suavemente sin desplazar tejidos ni dañar su superficie. Cuando este frotamiento es apenas perceptible la presión que ejerce equivale a dos kilogramos; intensificándose, puede llegar a ocho.
Si tenemos en cuenta que un dedo apoyado sobre un punto de la piel, golpeteando velozmente como a las teclas de un piano, ejerce una presión de 25 kilogramos, es fácil deducir la suavidad con que debe efectuarse el automasaje para no desplazar tejidos, no ocasionar dolor, ni afectar la zona inflamada o edematizada.
Por lo tanto, se comprende enseguida el tipo de masaje que uno puede realizarse a sí mismo. Debe constar de cuatro tiempos:
- Fricción suave, como acariciando, durante cinco minutos, sobre piel untada o entalcada.
- Frotamiento medio, por cinco minutos.
- Frotamiento profundo por otros cinco minutos.
- Repetir fricción suave para finalizar, durante cinco minutos.
Otras maniobras de masajes no deben realizarse cuando no se poseen conocimientos específicos, ya que el efecto podría llegar a ser negativo, absolutamente opuesto al buscado.
Más consejos para el automasaje
La dirección de los masajes tiene que ser siempre de abajo hacia arriba y de adentro hacia afuera. Esto es de capital importancia, y cada zona debe trabajarse por partes no muy extensas.
Estas simples maniobras logran efectos profundos al restablecer la circulación y relajar tensiones. De suma importancia es usar un producto adecuado para realizar nuestro masaje y no dañar la piel: recomendamos el Gel Corporal de Neem, ya que además contiene Aloe Vera, Karanja y Aceite Esencial de Limón combinando sus beneficios terapéuticos y promoviendo protección intensiva contra la resequedad, con una rápida absorción.
Finalizando el masaje se impone un baño tibio, utilizando la misma técnica para pasar el jabón. Es decir, que no sea un simple baño higiénico, sino un complemento de la sesión realizada, que finaliza con un secado con toalla áspera, también con el mismo sistema. Lo ideal es un descanso posterior con las piernas en alto durante treinta minutos como mínimo. El resultado final: menos cansancio y mejor silueta.
En el siguiente video Maurizio Cagnoli nos muestra como realizar automasajes en cabeza y cuello que ayuden a relajar nuestro sistema visual.