Los desechos de las mascotas

En una ciudad existen alrededor de 400 mil perros, que cotidianamente vierten unas 68 toneladas de excrementos sólidos además de unos 120 mil litros de orina. La mayor parte de tales deposiciones son recibidas en forma indiscriminada por las veredas y las plazas de la ciudad.

Más allá de lo desagradable, tal situación es peligrosa por potenciar la presencia de zoonosis, es decir de enfermedades que pueden transmitirse desde los animales a las personas. Es en dicho punto, donde el problema abandona su pintoresca dimensión estética, para generar un significativo problema de salud pública bajo la forma de un círculo vicioso que finaliza afectando por igual a animales y personas. Es en dicho punto precisamente donde la falta de compromiso y de consideración hacia los demás se vuelve contra nosotros mismos como un boomerang.

Pese a que existe una ley que establece que los dueños y los paseadores de perros deben llevar una escobilla y una bolsa para juntar los excrementos de sus animales, es obvio que dicha norma no se cumple. Aunque algunos desaprensivos graciosamente pueden argumentar que están contribuyendo al ambiente al abonar con materia biodegradable parques y plazas, no deberíamos olvidarnos que nosotros, nuestros hijos, y aún nuestros propias mascotas pueden ser las víctimas propicias de muchos indeseables elementos microscópicos presentes en la materia fecal, orina, sangre, saliva o pelaje de perros y gatos que por allí deambulan.

Como todos alguna vez habrán observado, las mascotas muestran especial predilección por husmear y aún comer excrementos. También las mascotas tienen especial atracción por los lugares donde han orinado y dejado su “marca” otros perros. Los niños de corta edad, en forma activa o pasiva, tocan, arrastran, remueven y llevan a su boca tierra o arena contaminada por excrementos de perros y gatos. Los adultos en general no realizan dichas acciones, pero a cambio pueden llevan a sus hogares impregnados en las suelas de sus calzados, las mismas contaminaciones que los niños llevan a sus bocas.

Estudios realizados por la Facultad de Veterinaria de la UBA muestran que un 80% de las plazas de la ciudad se encuentran contaminadas con huevos de parásitos (Toxocaras, Ancylostoma, Trichuris, etc) capaces de infestar personas. Los huevos microscópicos de dichos parásitos introducidos en nuestro organismo, pueden desarrollarse y producir la misma sintomatología intestinal (diarreas, constipación, obstrucciones, etc) y sistémica (anemias) que cualquier otro parásito con especificidad humana (toenias, ascaris, etc). Pueden inclusive abandonar el intestino e invadir otros órganos (hígado, pulmón, etc), generando así formas clínicas más graves conocidas como síndromes de larva migrans.

Los excrementos de perro son también un reservorio de otro parásito unicelular microscópico llamado giardia dudodenalis, un frecuente agente productor de diarreas en niños y adultos, como de ciertas bacterias enteropatógenas llamadas salmonellas.

Es también conocido que las embarazadas deben evitar el contacto con excrementos de gatos si no han desarrollado aún anticuerpos contra la toxoplasmosis por el riesgo de sufrir abortos y/o engendrar un feto con malformaciones. No menos cierto es que la toxoplasmosis tambien puede ser adquirida por manipular carne cruda o embutidos contaminados, o por comer verduras contaminadas mal lavadas.

La orina de los perros infectados puede ser el vehículo de propagación de leptospirosis una enfermedad que también se transmite al hombre cuando éste o sus alimentos entran en contacto con dicha excreta. Últimamente ha habido un gran crecimiento de brotes de leptospirosis asociado a los problemas de inundaciones, y contaminación de fuentes de agua bebibles. Las leptospirosis en las personas pueden producir síntomas parecidos a las hepatitis o aún afectar el sistema nervioso central produciendo meningitis en bebés.

No deberíamos dejar de mencionar que el contacto con la piel o pelos de animales enfermos con ciertas formas de sarnas (la sarna sarcóptica producida por un ácaro llamado sarcoptes), como ciertas formas de tiñas (dermatosis producidas por hongos) pueden también ser transmitidas a las personas. También es conocido que toda mordedura por un perro desconocido entraña el riesgo potencial de transmisión de rabia, que implica el aislamiento y observación del perro mordedor por parte de las autoridades sanitarias, y la eventual vacunación preventiva anti-rábica de la persona mordida.

En conclusión:

· Las mascotas deben ser desparasitadas periódicamente.

· Las mascotas deben ser vacunadas bajo supervisión veterinaria (anti-rábica, antileptospirosis, etc), además de ser vacunados para sus patologías específicas (moquillo, etc).

. Evitar que en los parques y plazas, los perros entren en el patio de juegos de los niños así como que los niños ingresen en la zona de caniles. Ambos deben estar vallados.

. Evitar que los perros defequen u orinen en canteros y areneros de los parques. Deben hacerlo en los lugares establecidos para ello por las autoridades municipales. Así, deberían defecar en terrenos impermeabilizados, y los propietarios recoger los excrementos sólidos, de manera de posibilitar el posterior saneamiento del lugar.

· El medio ambiente debe mantenerse saneado, evitando la acumulación de basurales, yuyales y/o depósitos de materia orgánica descuidados (galpones con acopio de alimentos, etc), a través del control de pulgas, ácaros y garrapatas (cierto tipo de insectos), roedores (ratas), y mosquitos todos ellos vehículos de transmisión de enfermedades (vectores).

 

El cumplimentando normas higiénicas elementales, beneficia por igual a mascotas y personas, anulando un importante reservorio de un sinnúmero de enfermedades además de las descritas.

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